Homilía del funeral de Diego Echeverry Campos
por el Padre Guillermo Echeverry, Agosto 27 de 2008


Estoy aquí para hablar de Diego y recoger todo lo que también a ustedes les agobia.

Este hombre trascendental en todo, antropológicamente y filosóficamente un excelente ser humano, pleno, a quien todos le quisimos; no existe una sola persona sea exalumno, amigo, colega, familiar, que no le haya querido; el maestro en toda la extensión de la palabra, le querían como amigo. Es que Diego trataba a sus alumnos como amigos, siempre se entregó a ellos dándoles todo lo de si sin quedarse nada para él; segur buscaba en ellos también fuesen soberbios profesionales, ingenieros impecables como lo que era. Además de Maestro, Amigo, un Padre maravilloso para con sus hijos carnales, y un Padre para con sus alumnos.

Juan Eduardo su hijo me decía ayer: Nadie podrá negar que mi papá fue la persona más honesta que he conocido. Alina su mamá dice que Diego nació adulto, a los 5 años ya se sabía cuidar solo.

Un hombre con los pies en la tierra responsable del conocimiento adquirido, consecuente con él, agradecido con él, no se lo guardó para sí, lo retribuyó, sabía que su Patria, su Colombia así lo requería, le dolía su país prueba de ello su trabajo incansable en pro de los pobres y necesitados, los sin techo; a lo que le dedicó horas interminables.

Es que Diego fue un ser ubicado, un ser ubicado en el universo, sabía de su misión aquí en la tierra.
Diego fue un hombre de éxito: Y según Carlos Slim: la prueba es esta multitud amiga, que le recuerda y recordará hoy y siempre, tener éxito es que te recuerden  cuando te has ido. Tener éxito es saber  que sonreite , te sonreían, además con sus chistes de Ingeniero para romper el hielo del momento. Porque éxito es ver a cuanta gente amas, y cuantos admiran tu sinceridad, y la sencillez de espíritu: como el de Diego.

Espíritu Magno, magnanímo para darse, entregarse a los demás, y sencillez de espíritu para necesitar, aceptar. Se trata de tener éxito si te recuerdan cuando te vas. Se refiere a cuanta gente ayudas, a cuantos evitas dañar y si guardas rencor o no en tu corazón; de si tus logros no hieren a tus semejantes. Es acerca de tu inclusión con otros, no de tu control sobre los demás.

Es sobre si usaste tu cabeza tanto como tu corazón, si fuiste egoísta o generoso, si amaste a la naturaleza y a los niños y te preocupaste de los ancianos.

Es acerca de tu bondad, tu deseo de servir, tu capacidad de escuchar y tu valor sobre la conducta.
No es acerca de cuantos te siguen si no de cuantos realmente te aman.

Se trata del equilibrio de la justicia que conduce al bien tener y al bien estar.

Se trata de tu conciencia tranquila, tu dignidad invicta y tu deseo de ser más, no de tener más.

Esto era Diego: un hombre de éxito.

Impecable en su actuar profesional, de una  ética intachable, de moral férrea, convencida.

No es pues el éxito lo que mucha gente se imagina. No se debe a los títulos nobles y académicos que tienes, ni a la sangre heredada, o a la escuela donde estudiaste.

No se debe a las dimensiones de tu casa o de cuantos carros quepan en tu garaje. No se trata de si eres jefe o subordinado, o si eres miembro de X o Y club.

No tiene que ver con el poder que ejerces o si eres un buen administrador o hablas bien, o si las luces te siguen cuando lo haces.

No es la tecnología que empleas. No se debe a la ropa que usas, si hablas varios idiomas, si eres atractivo, atractiva.

La mente abierta de Diego le daba cabida para entender, comprender, lo que pudiese suceder en su vida y la de su familia sin prejuicios, en la de sus amigos, siempre tenía el consejo excelente a quien lo necesitare.
Hacía ejercicio día de por medio, el gimnasio (la caneca) le acogió siempre y allí pudo compartir con sus amigos y compañeros una de sus pasiones a la que le debía su buena salud; siempre lo recomendaba.

Siempre se sabía un chiste y así fueran malos todos se reían, a veces eran buenos.

Le encantaba bailar la música disco, decía que no había mejor persona para hacerlo, le encantaba “blame it on the boogie” de los Jackson Five. Es que sabía un poquito de todo, no ignoraba ningún tema. Le encantaba los Beatles, la música clásica, toda la música, el dia domingo era el mejor tiempo para escucharla.

Hacía la mejor lasaña del mundo, las mejores papas a la francesa, y su arroz con Quinua era para él delicioso a pesar de que sus hijos no se lo comieran. Sus hijos le podían confiar todo, más que Padre era un Amigo. Siempre tuvo tiempo para la familia a pesar de ser un hombre tan ocupado, así estuviese en Brasil, o México, o Chile donde fuese, les llamaba todos los días.

En los 31 de Diciembre siempre había la mejor champaña, se tomaba máximo 2 copas pues ya con ellas se entonaba, y decía que no podía manejar hasta después de 3 o 4 horas.

En sus cumpleaños el mismo se hacía sus regalos les daba a sus hijos el dinero, ellos le preguntaban que quería.

Le encantaba la música de los 70-80, ropa, pero el mayor regalo y asi les decía a sus hijos que le podían dar, era estar con él en su cumpleaños y ahorrar el dinero porque en un futuro lo irían a necesitar.

Quien lo creyera, pero es una faceta más de este hombre, le gustaba acelerar su carro lo que le hacía en ese momento feliz, romper sus marcas como cuando hizo de 0 a 100 en 13 segundos; eso sí con el mayor cuidado, sabía hasta que límite llegar, nunca se excedía, el motor grade de sus carros como le gustaban, se lo permitía.

Hermanos y Hermanas: esta experiencia, este duelo nos ha de madurar, responsabilizar, y sacarnos de esta trinchera en la que hemos estado viviendo simplemente defendiéndonos de los que nos quieren hacer daño, defendiéndonos contra la desgracia en vez de combatirla y acabarla, este debe ser el mayor homenaje a Diego.

Inteligente el que cambia, el que logra cambio, la rutina y el acomodamiento no es de seres inteligentes.
El conocimiento, las verdades científicas, técnicas, éticas nos obligan a hacerlas vida no pueden seguir siendo simple teoría.

Aceptar la muerte es reconciliarse con nuestra propia mortalidad, es cierto, pero lo ocurrido a Diego no cabe en esto, porque su mortalidad, su ser mortal,  no era para que se manifestase de esta manera. ¿Qué hacer entonces?

Su estadía entre nosotros (as) fue tan breve, tenía tanto y esperábamos tanto de él, nos alcanzó a dar también tanto, pero no aceptamos, no nos conformamos a perderlo ante tal Ignominia, afrenta, infamia.
Dios ha hecho la vida, no ha hecho la muerte, lo que él hizo fue la transformación de la materia, la muerte es hechura de esos que creen ser seres humanos, de quienes están en el mal.

Vida es hacer el bien, vida es cielo, la vida debe ser un prometer a Diego vivir ese cielo, el que ya consiguió como él vive, el cielo en nuestra relación con él,  conscientes de ello, somos responsables de la felicidad, de la dicha, somos responsables del cielo aquí en la tierra.

¡Hasta cuándo! ¡Hasta cuándo! Me pregunto y les pregunto. ¿Cómo derrochar el tiempo tanto y demasiado tiempo en cosas sin importancia, cuando nos apremia la construcción del cielo?

Nuestra vida en el cuerpo terrenal solo representa una parte muy pequeña de nuestra existencia. Es parte mínima de una existencia que va más allá de nuestra vida aquí en la tierra.

Nuestro desafío, el verdadero desafío ha de ser: “a dónde nos puede guiar esta tragedia” : a  transformar este país, a hacer de el lo que Dios planeo.

Miguel, Alina, Liliana, Julián Guillermo, José Alejandro, Juan Eduardo Darío, Santiago, Tíos, Tías, Familia en general, amigos de Diego. Gracias a Dios, a ustedes, y Felicitémonos por haberlo tenido entre nosotros (as).

Amen.